Ha sido muy retador conectarme de nuevo con el origen de ese saber qué me llevó a estudiar medicina.
Primero, entender que somos un equipo: médico – paciente.
Segundo, no es tratar la enfermedad, es reconocer ese ser que está delante de mí como una unidad: Cuerpo, mente y espíritu.
Tercero, volver hacer clic con el conocimiento: cómo funcionamos y sus requerimientos para tener el equilibrio fisiológico que nos mantiene saludables.
La medicina es una sola. Pero, cómo la enfocamos es la práctica de cada día. Es centrarse en el paciente y no en la enfermedad, enseñarle que su cuerpo es un conjunto de sistemas integrados, educarlo en que no es el síntoma el que se debe tratar, llevar al paciente a descubrir cuál es la causa del padecimiento actual, basado en su relato a través del tiempo transcurrido en toda su vida: Cómo son sus hábitos de vida, cómo es su relación con el entorno y que predomina en sus pensamientos: positivos o negativos.